RHAPSODY IN BLUE
Sitúense en un
pequeño apartamento en la cuidad de Nueva York, en la década de los 40, es de
noche...
La imaginación
se convierte en un fotograma en blanco y negro...y su banda sonora se
adivina como alguna virtuosa y elegante melodía jazzística en un
gramófono.
Una escritora con
aspecto pensativo, creando su próxima historia, frente a una mesa, un
flexo característico de las películas de la época que aporta un único foco de
luz y una máquina de escribir... ¿escuchan ese olvidado
tintineo?....tacatacatacatacatacataca...
cliiiinnnn...raaasss...tacatacatacataca....
cliiinnn...rasss...
Visualicen toda
la imagen diluida en una peculiar niebla...el humo de un fino
cigarrillo...
La ventana se
encuentra abierta y se perciben los sonidos de la urbe...los neones de un
cercano hotel aportan ciertas luces y sombras en la penumbra de la
habitación...
El eco de
una sirena se cuela en la estancia...evocando la melodía de un
sugerente clarinete...:
...Era su
primer día de trabajo, en el gran centro financiero del mundo, su jornada había
sido agotadora...aun no tenía hogar en aquel gran monstruo de
rascacielos...provenía de una pequeña ciudad y como extraño habitante de sus calles, se alojaba en un
modesto aunque afamado motel de la ciudad.
Su
letrero azul iluminaba la fachada del edificio de ladrillo rojizo y
su puerta giratoria, le daban un encanto cinematográfico.
Se deslizó por
sus cristales, el salón era cómodo, elegante sin pecar de excesos...sus
sillones eran de piel y confortables...la barra se encontraba al fondo a la
izquierda, con sus banquetas ordenadas simétricamente, limpia y con un
agradable camarero impecablemente vestido con su uniforme impoluto cuyas
habilidades en el servir y en el preparar cócteles eran famosas en el barrio.
A la derecha
se encontraba un pequeño estrado en el que había un negro piano de
cola, preparado para los recitales nocturnos mientras los clientes disfrutaban
de las especialidades del barman.
En el aquel
momento solamente se escuchaba el susurro de un gramófono...
En una de las banquetas, una figura femenina, sentada de
espaldas al joven espectador, de marcados hombros, de sinuosas curvas y
piernas perfectas, cruzadas sensualmente, cuya entallada falda insinuaba
parte de la piel de sus muslos, saboreaba un dulce San Francisco...
El encargado
de la barra y ella conversaban sobre los acontecimientos del día...su voz era
susurrante, atractiva, cálida..., se deslizaba en el ambiente y
conforme el protagonista se acercaba, deslizándose en sus oídos,
produciendo efectos de atracción y de curiosidad hacia la seductora mujer...
El joven
vestía, elegantemente, un traje gris marengo y unos zapatos increíblemente
brillantes para ser el final del día...le cubría un abrigo de paño del mismo
color que realzaba su silueta...
Un sombrero
ocultaba su peinado, retirándoselo al entrar al local, descubriendo así, un travieso
mechón de su cabello castaño que le caía sobre la frente confiriéndole,
junto con su sonrisa y su intensa mirada del color del chocolate, un aire
pícaro y seductor...
Se deshizo de
su ropa de abrigo, de la chaqueta americana del traje y de la corbata del
cuello, desabrochándose un par de botones de su camisa y posteriormente, depositando
sus enseres en uno de los sillones que había alrededor de las mesas.
Él no se había
percatado aún que la mujer de la envolvente voz había observado con
minuciosidad todos sus movimientos...
La banqueta de
ella se había girado hacía él...sus ojos de gata le seguían, sus cejas
arqueadas aumentaban el acoso seductor hacia el hombre...
Uno de sus
brazos descansaba en la barra y mientras una de sus manos sostenía la copa del
placentero líquido...sus piernas continuaban sensualmente cruzadas...invitando
a descubrir más allá de la visión incipiente de unos torneados muslos...
Al volverse,
él, hacia la barra se encontró con la insistente y seductora mirada de
ella...en ese momento sus labios de cereza se humedecían a través del sorbo del
dulce néctar de la copa, sus atractivos hombros se elevaban, en la
blusa de satén azul noche, dos luceros comenzaban a titilar en el cielo de
la tela y sus piernas deshacían lentamente el lazo que las mantenían
unidas...atisbándose entre ellas el inicio de sus medías y la unión de estas
con su liguero...
Maravillosa
visión era la que contemplaba él...mientras se dirigía a la barra...sus ojos
observaban asombrados los lentos y atractivos movimientos de ella, sintiéndose
embrujado por la enigmática mirada gris azulada semicubierta por el fuego
ondulado de su cabello, los tentáculos de las piernas de la mujer le
atraían invisiblemente...deseaba posar sus manos en ellas, ascender por sus
tentadores muslos hasta sus nalgas, comprobar el calor de su blanca piel...
Llegado ya
frente al mueble donde las bebidas eran servidas, el joven pidió nervioso, por
la insistencia de los gestos corporales de la pelirroja mujer, un
expreso...mientras la miraba de soslayo...
Ella descendió
de la banqueta, su cuerpo se cimbreaba al compás del ritmo de sus tacones de
aguja que se dejaban escuchar en el brillante suelo...
La blusa
de satén moldeaba su busto, convirtiéndose en objeto de deseo, la negra falda
se ajustaba a su cintura, situándose un poco mas abajo del pecho, adaptándose a
cada curva...
A cada mirada
la veía más cerca, más imponente y eso le volvía cada vez más loco...
Mientras los
labios de él acariciaban un sorbo del café...un susurro de una atractiva,
cálida, melosa y seductora voz..."¿Tiene fuego, por favor?", le
sobresaltó... De nuevo, esa tentadora melodía que había escuchado al entrar, se
deslizaba en sus oídos...dirigiéndose a él, encendiéndole en cada fonema
pronunciado...
Fuego tenía,
pero no sólo en el mechero, su ser ardía...
Le ofreció,
caballerosamente, su encendedor...sus rostros se acercaron, percibía el
aroma de la mujer, tan magnético como ella...
La mano de la
dama descansó en la de él mientras ella encendía el cigarrillo...sus dedos
quemaban en la piel de las bien formadas manos de él...
Tomó en sus
rojos labios el pitillo, inspiró el humo del mismo...y lo espiro de manera
suave como si de una brisa se tratara en el rostro masculino...sosteniéndole la
mirada...
Un
tímido "¡Hola!" de él, una sonrisa nerviosa y una mirada que lo decía
todo...fue el germen para que entre ambos se entablara la conversación...y para
que el protagonista se sintiera más cómodo ante la presencia de la enigmática
mujer...
Únicamente en
la sala les acompañaba de nuevo las melodías del gramófono...
En la
mente del hombre, bullía la manera de aproximarse a ella...de sentir su
ardiente cuerpo en el suyo, de percibir ese perfume embriagador en su cuello y
que su voz se convirtiera de nuevo en susurro para que avivara más aún el fuego
que le incendiaba.
Elegantemente
sugirió, a la seductora mujer, bailar al son de la música lenta que se
escuchaba...
Se aproximaron a
un rincón libre de mesas...lo suficientemente íntimo para el baile...
Él tomó la
mano de derecha de ella entre la suya...abrazó con la otra, su espalda, suave
pero decididamente.
Ella, por su
parte, descansó su mano en el hombro de él, deslizándose por su cuello
conforme transcurrían los compases...
Un huracán de
sensaciones recorría a la pareja...el tacto de sus manos era intenso...el
resbaladizo satén aumentaba el efecto de las caricias, que furtivamente los
dedos del joven proporcionaban en su sensible espalda; en él, las cosquillas en
su cuello y en su nuca aumentaban su temperatura; sus perfumes se
mezclaron, convirtiéndose en uno, intenso, incitante a sucumbir a la pasión.
El abrasador
calor de sus cuerpos, de sus senos en el pecho de él, sus piernas rozándose,
los labios tentadores de ella, su mirada inquietante...provocó que la
mujer se apoyara en la pared y que con sus brazos atrajera al hombre y este,
que su boca se acercara a la de ella...primero, rozando la piel,
suavemente...
Poco a poco
sus templos de la voz se fueron abriendo, sus lenguas danzaron dibujando sus
labios, los dientes de ella atraparon el inferior de él...
Mientras se
prodigaban en besos, las ligeras manos de él ya recorrían por encima de la
insinuante falda sus muslos y sus nalgas; los dedos de ella recorrían su pecho
y disimuladamente desabrochaban un par de botones...
En este
momento, el níveo cuello de ella era recorrido por los labios de él, provocando
oleadas de placer...
"Invítame
a tu habitación", susurro ella...
La
pareja se esfumó entre mimos por el pasillo al que se accedía al ascensor:
besos excitantes y caricias se prodigaron en el elevador: la camisa de él
apareció como por arte de magia completamente desabrochada y las manos de ella
volaban perdiéndose en su pecho y su abdomen...
Por fin, el
anhelo de explorar los parajes desconocidos de su falda,
comprobar el tacto y la temperatura de su piel, se estaba haciendo realidad...
Ella se
encontraba apoyada en una de las paredes del cubículo; él, entre una de sus torneadas
piernas, acariciándola...formando una peculiar figura de tango...
Ascendía
peligrosamente una libidinosa mano por los muslos, dedicando a sus
nalgas una especial atención.
La ropa
interior de ella desprendía un dulce calor húmedo, que percibió su tacto por
encima del tejido de la misma y que posteriormente, en su interior, exploraron
unos ansiosos dedos masculinos.
Su geografía
era suave, excitantemente resbaladiza por la humedad que manaba conforme más
acariciaba...
Un ardiente
suspiro brotó de los labios de la mujer al notar un travieso dedo en su centro
del placer, el cual debido al deseo sobresalía erguido y excitado...
El ascensor se
detuvo al llegar a la planta deseada...
La puerta de
la habitación se encontraba cerca del mismo...las manos temblorosas de él
consiguieron abrirla con dificultad, mientras las de ella correteaban por
encima del pantalón buscando ansiosamente el deseo de él, besándole sobre la
camisa.
Ella accedió,
primero, a la habitación y dejándole cerrar al joven...
Se abrazaron,
sintiéndose de nuevo al igual que sus labios acariciaban los del otro con
extrema pasión.
La mujer
deslizó la camisa abierta de él por sus brazos, dejando su torso desnudo,
siendo acariciado por su aliento descubriendo recónditos rincones sensibles;
por sus labios y sus dientes, suavemente, su pecho, cuyos pezones se percibían
rojizos y excitados...
Mientras las
manos femeninas se deshacían del cinturón, del botón y de la cremallera...dejando
solamente su boxer...el cual acaricio mientras sus suaves pies se paseaban por
las atléticas piernas de él...
El ánimo del
joven se encontraba cada vez más loco...ardía su cuerpo, su piel, su ser y su
alma...
El incendio se
acrecentó cuando la palma de la mano de ella, tras desnudarle completamente, se
posó rozando en la cumbre, ya húmeda por la lujuria, del volcán de su
anatomía...entre melodías de placer.
Su boca
deseaba tener tan delicioso manjar...su lengua ansiaba volverle completamente
loco...jugando en él...haciendo brotar la primera lava en la erupción...
Mientras la
bóveda bucal recorría la abrasadora montaña, las manos de ella se perdían entre
las nalgas bien formadas de él...provocando oleadas de placer en el cuerpo
masculino...
Percibiendo la
inminente erupción, ella se retiró...de nuevo un seductor susurro broto de la
boca de la mujer: "Acuéstate"...sin antes pedir que los dedos del
hombre desabrocharan los botones posteriores de la blusa de ella...a los cuales
se les escapó una excitante caricia en la espalda lo que produjo en ella un
escalofrío excitante.
Ante la mirada
ansiosa y encendida de él, se deshizo la seductora mujer, lentamente de su
blusa, descubriendo sus turgentes senos semicubiertos por el sugerente y oscuro
corsé de encaje negro...elegantemente deslizó la cremallera de la insinuante
falda y la hizo descender por sus piernas perfectas...
La visión de
la figura femenina vestida con el corsé, con las ligas, sus medias negras y los
zapatos de aguja le enloqueció aún más...el contraste de su blanca piel, del
negro y de su cabello rojo...la convertía mas tentadora aún.
Se acercó a
él, uno de sus pies vestidos por sus salones, se poso en las sabanas y
lentamente una de sus medias se deslizo hasta que se deshizo de ellas, haciendo
lo mismo con la otra...
Posteriormente,
se colocó a horcajadas en su cuerpo...los prendedores de su corsé fueron
desprendidos despacio...mientras la mirada chocolate de él se apresuraba en
desnudarla intensamente.
Poco a poco el
color de la noche fue dejando paso al luminoso color de su piel...
Al fin los
labios y las manos de él recorrían el divino cuerpo de ella, sentía la
esponjosidad turgente de los senos de ella y sus aureolas rosadas completamente
erguidas...
Su aliento,
como un huracán, recorría su cálido vientre...sus dedos volaban entre sus
muslos y de nuevo volvían a perderse en la placentera humedad...
Anhelaban
refugiarse en el oasis...ella en él y él en ella...vibrar con el ritmo
vertiginoso de sus cuerpos, gemir y gritar su pasión en una erupción
maravillosamente relajante.
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